sábado, 7 de febrero de 2009

XIII. CUANDO SEAMOS CENSADOS…SEAMOS SENSATOS (abr.2002)

Este miércoles 24 será muy especial, especialmente para aquellos que le hacen el quite al trabajo, porque no habrá clases, es decir, será feriado. Y, además, será especial porque se desarrollará el esperado CENSO 2002.
Aquel día se levantarán tempranito todos los que quisieron ser voluntarios: escolares, universitarios, y muchos comprometidos con el país; y también los empleados públicos, que por ley deben cumplir con esta jornada un día cada diez años –y los frescos, que sacan la vuelta durante gran parte de esos diez años, están pidiendo bonificaciones extras, como si los voluntarios recibieran algo más que ‘merienda’- mientras que el resto del país esperará en su casita, calientitos, todos legañosos, para recibir a los encuestadores. Claro, los explotados del comercio deberán presentarse después de almuerzo para atender las necesidades de los atribulados chilenos, esos que deben paliar sus angustias económicas, sus temores a la cesantía, y todas esas huevadas que dicen los derechistas, con facilidad y frecuencia, en los medios de comunicación.
Y, como era de esperar, en esta oportunidad se ha puesto de moda la preocupación de los divinos representantes del califato pontificio de la sagrada macaca, quienes temen que sus adictos, sus fanáticos, su fuente virtuosa de financiamiento, se vean confundidos y descarriados por la campaña demoniaco-marxista de la que han sido víctima; a ello se le suma el temor a que las familias de aquellos niños y niñas que dejaron sobre sus sotanas, y que luego aparecieron debajo de ellas, se alejen de sus templos de culto y, lo que sería peor, les arrebaten la fuente de santificación que representan aquellos pequeños seres engendrados en pecado. Y todo por culpa de unos meils que circulaban en la aldea global, y que salieron a la luz pública, casual y sospechosamente, desde una dependencia estatal; hecho que originó que la congregación de célibes de la obra de dios amenazaran con objetar y desconocer la validez de los resultados del CENSO, si el porcentaje de adhesión a la universal iglesia de los santos pedofílicos de los últimos días bajaba de su mentado 80%. Lo que denota la debilidad de su deidad frente al poder de un meil.
Sobre ese 80% de católicos apostólicos y romanos en Chile, cabe señalar que es fácil darse cuenta de que es virtual, dudoso, falso; ya que no existe un estudio estadístico serio, de hecho no existe ni estudio estadístico, que establezca la real adhesión de los chilenos a una institución religiosa. Nótese que no me refiero a la creencia en algo, necesidad antropológica de los hombres por responderse el mundo y su propio origen –sobre la pertinencia de los elementos con que el hombre de hace 4000 años daba respuesta a sus interrogantes, y los que tiene a su disposición hoy, es posible hablar en otra oportunidad-; me refiero a la pertenencia a una administradora de fé determinada –de esas que le dicen a sus asociados cómo actuar para alcanzar la gracia de su dios, preceptos que inventaron sus creadores, por cierto-. Sobre la pertenencia de la población a una AF determinada, resulta evidente que no es un 80% la que adhiere a los preceptos romanos; de ser así, cada domingo encontraríamos a 12 millones de chilenos abarrotando los templos de culto, y a sólo a 3 millones en sus casas o en las calles tocando panderos y gritando ¡Arrepiéntete!. Claro está que no es la realidad que vemos cada domingo –bueno, los madrugadores del barrio estación de los domingos no van precisamente a un culto, de hecho tampoco son madrugadores-.
Lo cierto es que a la gente, a partir de la escuela, nunca le dicen que puede no pertenecer a una institución religiosa, ni siquiera le dicen que puede no tener una creencia en una deidad, y que no tendrá problemas morales, valóricos o de salud, como piensa mi abuelita Chela –ella siempre huevea con el
bautizo de las guaguas, para que no sean ‘moras’ y ‘sean sanitas’, y no ha ido jamás a misa, sólo a la del 20, en Yumbel-. Esta es una tarea que debemos asumir los profes, para no seguir siendo cómplices de este mantenimiento de la conciencia ingenua de personas que viven en pleno siglo XXI, e inclusive muy lejos y ajenos al folclor y tradición del medio oriente.
Vale la pena recordar que hace muchos años el Estado, nuestro Estado chileno –compuesto de tres poderes: el Ejecutivo (el gobierno, por si acaso no cachaban), el Legislativo (donde la derecha más 5 designados tiene mayoría en el senado), y el Judicial (…sin comentarios)- se separó de la iglesia católica, dando inicio al nuevo Estado Laico.
Estado Laico quiere decir que la gestión de sus poderes es ajena a los dogmas propios de una iglesia, y que las leyes y políticas deben estar enfocadas a la población en general, a sus intereses y necesidades, sin considerar su concepción del mundo y del hombre. Esto es que se respetará la libertad del ciudadano de tomar sus propias decisiones, de acuerdo a sus principios y siempre que no contravenga la normativa vigente –bueno, la constitución del ‘80 agrega ‘que no dañe la moral y las buenas costumbres’, pero esas son huevadas que impusieron los momios y que tendrán que cambiar-.
Sobre esto, queda claro que en el ámbito de la educación queda mucho por avanzar, de hecho se debe terminar con la mentada separación de la iglesia, aplicándola al sistema educacional público, dónde nos encontramos con barbaridades como que ‘es importante que el niño aprenda a amar a dios’, ‘que tenga fé’ y otras huevadas por el estilo. Valentín Letelier –chileno, por si no cachan-, a este respecto, y hace 100 años, decía que el Estado, toda vez que se seculariza, es decir, se separa de la iglesia, debe garantizar a todos sus ciudadanos el acceso a la diversidad de concepciones del hombre y del mundo (Filosofía de la Educación, 1911), lo que significa una educación no dogmática.
Y, por último, para demostrar que mucho nos falta por consolidar la separación del Estado y la iglesia romana, mencionaré el incidente que protagonizara uno de los poderes, en circunstancias que un ex reo se querella contra el Estado por un diagnóstico errado de VIH, que lo mantuvo 5 años con el rótulo de ‘sidoso’. A ello, el Consejo de Defensa del Estado refuta con una tesis de ‘curación transpersonal’, originada en la profunda fé que profesara el enfermo milagrosamente curado. Lo que agrava la falta es que un juez aceptó la tesis y juzgó en consecuencia, dando lugar a un antecedente ideológico y no jurídico –queda claro que aquel juez meditó su decisión en el monte de los olivos. Este patético y absurdo hecho nos recuerda, también, el caso de la pastillita, esa del día después, la que fue rechazada por un juez que estableció que la vida de un óvulo por fecundar sólo la quita ‘el tatita dios’, aunque en los libritos hebreos no se encuentre citado ni el óvulo ni el espermio.
Es indudable que el tema religioso es complejo, y no se resuelve con un censo, ni mucho menos en programas como el ‘El Teómetro’ de Chilevisión, que se dice abierto y crítico, y que no hace más que dar tribuna a los que tienen todas las tribunas para decir ‘la palabra de dios’, ya que presenta a los representantes del Opus Dei en clara mayoría sobre representantes laicos o progresistas.
Ahora bien, este miércoles serán más de treinta preguntas que deberán ser contestadas con sensatez, pensando en la importancia de contar con información real para que el gobierno –y los siguientes- pueda tenerla en cuenta al momento de tomar decisiones; y sólo una de ellas está relacionada con lo mitológico. Es decir, la mayoría de las preguntas se refieren a temas de real importancia para Chile.
Así es que a descansar todos aquellos que trabajan y se esfuerzan durante la semana, aunque sea por ese día, algo es algo. Y a esperar a los censistas –no censores, como dicen algunos en la tele- que nunca se sabe cuando llegarán, y que obliga a todos a esperar sentaditos, mirando tele, jugando naipes, como una sagrada familia, la familia corazón, hablando de cualquier huevada con tal de que pase luego el tiempo y que traiga a uno de los esperados voluntarios; para luego salir pegando cada uno por su lado, como si el terremoto del norte se hubiera trasladado a su casa, a aprovechar algo del feriado.

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