sábado, 7 de febrero de 2009

XII. SEMANA CHANTA (abr.2002)

Sin duda que la que pasó fue una semana para la reflexión, para encontrarse con uno mismo –claro!, como dijo la señora cuica de la tele, echa’ita pa’trás en un balneario de La Serena- aunque sea desde la Pencópolis.

Primero fue la campaña televisivo-masónico-marxista en contra de una casta que surge a costa y pesar de quienes no son castos, pero que pagan los costos de dicha casta. Obviamente que me refiero a los sacerdotes del Califato Pontificio de la Sagrada Macaca, ciervos del Opus Night y adoradores del dorado Candado Chino. Estos siniestros personajes, también Guardianes de la Sagrada Letrina del Rey, abusaban de las gracias concedidas por un tal Sanctus Spiritum y, basándose en los preceptos establecidos por un líder rebelde connotado de la Palestina antigua, quien decía “dejad que los niños vengan a mí”, lo que se tomaron como un imperativo categórico; practicaron rituales de santificación propios de la antiquísima Sodoma; aquella ciudad que sucumbió ante una gigantesca callampa atómica, según Santander Batalla. Al respecto, un sacristán, jurando en vano y todo, se sacaba los pillos diciendo que habían tergiversado una información clasificada que versaba sobre el hallazgo de ‘pendexos’ bajo las sotanas de algunos célibes. Lo cierto es que aún cuando los purpurados se deshacían entre sus túnicas intentando justificar lo injustificable, nadie dejó de cuestionar aquella cruzada pedofílica.


En segundo lugar, no dejó de sorprenderme un rayado en una de las paredes de la remosada galería comercial del foro, reinaugurada hace poco por uno de sus más fervorosos admiradores. El rayado en cuestión, de profundo sentido antisemita, decía algo como "fuera los judíos de Palestina!" y emulaba aquellos llamados a la resistencia de los palestinos frente a la invasión del imperio romano, por un lado, y de las tribus nómades hebreas por otro. Es conveniente acudir a nuestra historia, con un referente antropológico y no ideológico, claro está, para comprender el contexto histórico y político en el que surge la notable Intifada, contexto que repite las condiciones sociopolíticas de hace dos milenios en aquella región árabe, las mismas que reciben a uno de sus más connotados líderes, judío de nombre desconocido, pero que se le conoce por el apodo hebreo de Jesús, que significa ‘el ungido’; también se le dio el apodo de Cristo, del hebreo ‘el que salva al hombre’. Luego Jesucristo es, para los judíos y palestinos, el elegido, ‘el mesías’ para salvar a los palestinos del imperio romano y de sus aliados comequeso, los fariseos. Entonces, aclaradas algunas dudas acerca de la historia de Palestina antigua, es posible establecer que aquellos rayados son absolutamente anacrónicos, extemporáneos y, obviamente, fuera del contexto académico universitario pencopolitano.


En este mismo sentido, vale una mención a la reciente expresión más patética de un grupo reducido de esta universidad –porque me cuesta, aunque no tanto, pensar que son de esta facultad- que, haciendo uso de las prácticas más comunes de la época de dictadura –en la que se quedaron pegados muchos niños que ni siquiera tiraron un boleto rayado en aquella época de clandestinidad- andan panfleteando en nombre del pueblo mapuche; y lo más patético es que ni siquiera son mapuches; de hecho, no me imagino a un verdadero peñi defendiendo sus derechos en un lugar tan poco estratégico y más indigno que el water de la facu.


Ahora, en tercer término, y a propósito de la reinauguración de la galería del foro, vale la pena dedicar algunas letras al reelecto rector de esta casa de estudios, quien ha demostrado un gran interés por ordenar las cuentas de la casa, de la casa de estudios por supuesto. Claro que orden, para algunos, se refiere a la distribución ordenada y criteriosa de los recursos; mientras que para nuestro rector y sus asesores, orden significa minimizar costes, es decir, prescindir de todo lo prescindible, de todo aquello que conlleve costos. Por cierto, la cultura y la formación integral en la universidad también conllevan costos.

Sobre lo anterior, existen aspectos que significan costos, aunque no económicos, pero que suelen ser muy preocupantes para quienes dirigen instituciones como esta universidad, en una sociedad como la chilena; y se refieren a aquellos factores que determinan la identidad de una universidad como la nuestra, que se funda en los principios masónicos como: respeto a la diversidad, tolerancia; defensa de la libertad, de la justicia; búsqueda de la verdad y libre examen. Todos ellos elementos esenciales para la verdadera y originaria forma de hacer Universidad. Universidad deriva de universal. Y en la antigüedad el universalismo que practicaban los romanos en su busqueda de las respuestas fue conocido como catolicismo. De ahí que la iglesia fundada por los esclavos seguidores del mesías palestino, y que se establece en Roma, se conozca como iglesia católica, es decir, universal –nótese que es fundada por esclavos, o sea, no tienen nada de nada, sólo hambre y cadenas en los pies, y en la cuna del imperio que los somete; es notable, entonces, la cuantiosidad de los diezmos conseguidos para edificar monumentales templos, al ladito del emperador-. En fin, ese catolicismo con el que se identifica nuestro rector no es precisamente con el que debe guiarse una casa en la que los estudios son hechos con base científica y no mitológica; librepensadora y no dogmática; divergente y tolerante, no sectaria ni ideológica. De tal manera que quien tenga la responsabilidad de dirigir los destinos de la Universidad de Concepción, debe estar dispuesto a asumir los costos que ello le signifique, incluso el convertirse en un excomulgo vitante, con tal de defender la identidad que nos legaran sus fundadores. De otra manera no estamos más que cursando ramos para obtener un título, y eso se hace en cualquier otra universidad; y los que quieran pastorear en las aulas que se vayan al seminario ortodoxo San Andrés o a la Universidad de la Pompeya, a ver si son capaces de expresarse libremente –la invitación se hace extensiva al pechoño que últimamente anda pegando papelitos en este fichero.


Un punto aparte merece la televisión nacional de Chile, la que pertenece al Estado –Estado que es laico, separado de la iglesia hace casi un siglo- aquella que debe transmitir para todos y procurar información objetiva y educativa a todos los miembros de la nación, la que transmitió tanto o más que el canal 5-ODTV (OpusDei Televisión) películas que han envejecido con nosotros; de hecho crecí viendo al único palestino de ojos azules y bonito, el creado por obra y gracia de Franco Seffirelli. De cierto os digo que en casi tres décadas se han venido transmitiendo las mismas películas malas, condenando a la audiencia a mirar, babeantes e ingenuos, historias cinematográficas basadas en mitología y leyendas propias de una región bastante alejada de la nuestra, y que por lo tanto no tiene nada que ver con nosotros. Claro, dicen que el rating manda; pero qué alternativa queda si todos transmiten lo mismo? No queda otra que apagar la tele y escuchar la radio, pero… también están sometidas.


Lo grave de todo esto es que la televisión estatal contribuye sistemáticamente a la agravada esquizofrenia que padece nuestra sociedad, uno de cuyos síntomas es la ‘idea delirante paranoidea’, que consiste en ‘la creencia irrestricta en una idea que no se puede comprobar en la realidad, y donde no se acepta otra verdad’. Inclusive, Nietche habla de ‘neurosis religiosa’, la que se encontraría ligada a tres peligrosas prescripciones dietéticas: soledad, ayuno y abstinencia sexual. Claro está que los curitas del primer párrafo hacían caso omiso de tales prescripciones.


Y, finalmente, los huevos. Aquellos objetos que representan la mentada globalización y la astuta forma que tiene el mercado de aprovecharse de la conciencia ingenua de la gente, adecuando sus campañas publicitarias al contexto y tradición de los pueblos, como la navidad, el día de los muertos o halloween, san Valentín, etc. Esos huevos que despiertan cada mañana de domingo santo a los niños, hijos de padres que vivieron su retiro espiritual entre las vitrinas buscando los huevos de la resurrección.


Tal vez el tema mitológico y el cómo abordarlo en el sistema educacional es un problema de huevos; de cómo mostrar a esos huevos como parte de tradiciones y leyendas propias del folclor de diversos pueblos. Tan así es este problema de huevos que aún en un colegio laico se acepta la entrega de huevadas de chocolate (entiéndase por montonera de huevos en una bolsa); lo que demuestra que aún siendo laico no puede contra el factor cultural, y es precisamente a partir de este elemento que se debe desarrollar la discusión en la formación de profesores, más allá de una discusión teológica.

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