Algunos dirán: ‘kamikaze’, ‘en la pata de los caballos’, ‘buscando la quinta pata al gato’, y muchos otros calificativos y dichos; a los que respondo con otro dicho: ‘quien nace chicharra...’ o con la canción (so pena de sonar raro) "Yoooo soy rebelde porque el mundo me hizo asííí…”, en fin. ‘Any way, I’m here again’ o, en español, ‘Sea como sea, estoy de regreso’ o, pa' la rotá, ‘A las finales... chigual no máh’.
Pero, antes que todo (no ‘que nada’), quiero dar una cordial bienvenida a los alumnos que se incorporaron a las “Carreras de la Infamia... (perdón) Infancia”, especialmente a los de Educación Básica, saludo un poco extemporáneo, pero... qué no es extemporáneo en esta facultad?, y no me refiero a las personas, claro está, sino a los documentos con los que se trabaja en algunas asignaturas -dije ‘algunas’ profe-, saludo que se entrega justo al comenzar un nuevo periodo. Después de un semestre agotador para muchos o bastante relajado para otros -cómo le va Sr. Yo-Yo?- y finalizando agosto, un mes en que muchos pasaron ‘jabonados’, me refiero a los que pasaron los repetes (hay muchos profes sensibles), comenzando una nueva etapa, he decidido reiniciar las publicaciones de esta serie de ‘ensayos’ -algunos dirán que son puras huevadas no más!- que sólo pretenden, como quedó claro en el primer número “Seminario en Vacaciones” de agosto de 2000, claro está, entretener a quienes echen un vistazo a este ‘informativo’ mural.
Tengan todos y cada uno de ustedes muy buenos y grandes días! En esta serie, con un nuevo formato, como es característico viene tan ácida como la anterior, incisiva, irreverente, audaz, e intentando describir, siempre, el acontecer y las menudencias que se viven en este templo, alma mater de cientos de profesores que están dando lo mejor de sí para la educación de miles de niños en este país -aunque andan varios mandándose puras cagadas no más-. Y, como se darán cuenta, el lenguaje es el estándar chileno, sin más ni menos, considerando que está dirigido a alumnos universitarios y, por supuesto, a docentes -todos mayores de edad (bastante mayores, algunos, diría yo)- de una universidad que no pertenece a los curitas ni a las monjitas, por suerte!; por lo tanto no se asusten si leen algún garabato -no grosería- como tampoco si detectan algún error ortográfico -la rotá dice ‘falta de ortografía’- es decir, no se hagan los huevones, que para eso tienen bastante dentro de las salas de clase (se dan cuenta que al decir ‘tontos’ no da risa?, porque esa es la idea, sacar una sonrisa y además hacer pensar).
En estas ‘escrituras’ encontrarán personajes y términos, como el “Sr. Yo-Yó”, un docente ‘atípico’, si bien no es andrógino puede ser hombre o mujer, deambulando por los pasillos y aulas sin dejar enseñanza alguna más que la que puedan sacar sus estudiantes de sus malos ejemplos metodológicos. El Sr. Yo-Yo entra en el aula, relajado, con un plumón que ya no marca, y con suerte con una transparencia en la carpeta, la que lleva, también con suerte, a la clase, esa transparencia merece este punto seguido, porque es muy especial. Generalmente está hecha a mano, con palabritas caídas, abreviaturas, letras, o mejor dicho, caracteres que no se distinguen; un tamaño de letra que obliga a realizar una serie de malabares físicos y faciales para leerlas, es decir, todo aquello que nuestros profesores critican en las ponencias de los alumnos -la rotá dice ‘disertación’- (bueno, no todos evalúan la forma de la ponencia, aunque deberían hacerlo) esa transparencia es una falta de respeto al auditorio, sea de pre o post-grado, aunque el Sr. Yo-Yo hace la diferencia, capacidad de discriminación que no demuestra al repetir durante tres clases consecutivas la misma transparencia. Fin del punto seguido.
“La rotá”, ése es otro término que he elegido para referirme al roto y chileno, que no es lo mismo que decir ‘Roto Chileno’, puesto que éste último nos dio la gloria en Yungay y aseguró el triunfo de la guerra de 1836 (esa contra la Confederación Perú-Boliviana… esa que una profesora, en una escuela, confundía con la del Pacífico), en cambio el primero es aquél, también hombre o mujer, que no aprendió a hablar antes de entrar a la U, ni ha logrado aprender en su ahumada estadía en ella; o aquél que se roba el jabón o el papel higiénico -él dice ‘confor’- del baño. También está el que raya las paredes mientras está sentado en la taza (se supone que mientras hace caca... piensa, lo que nos lleva a deducir que cada vez que piensa... deja la cagada; lo terrible de esto es que son los que más dicen lo que “piensan” en las asambleas, como en las que se deciden las ‘tomas’). La rotá es toda esa gente a la que no le gusta leer ‘por que da sueño’; los que dicen ‘la calor’, ‘vaiga’, ‘nadien’, ‘gánate allí’, en fin, aquél que es un solecismo bípedo. No sigo, para dejar tranquilos a muchos.
Sobre las ‘Carreras de la Infamia’, mencionadas más arriba, debo decir que es un curioso chiste que alude al antónimo de características propias de un profe. En el diccionario aparece ‘infamia’ como antónimo de ‘bondad’, ojalá lo verifiquen, entiendo que es la pega del estudiante; como lo es indagar en todo asunto que tenga relación con la pega del profe, y no me refiero a espiar a los docentes de la facultad, desde luego que no, sino al rol que debe jugar un alumno de pedagogía. Para ello he escogido unas líneas de no se dónde, pero que aparecieron en mi computador, y que me parece pertinente compartirlas con ustedes, eso sí, se refería a estudiantes de psicología, pero que bien puede cambiarse la especialidad -lo que hice- y el mensaje no cambia su sentido. El texto, especialmente dedicado a los alumnos de primer año, porque los que están terminando ya cagaron, y como dijo don Francisco, la pregunta dice así:
¿Por qué la Pedagogía “necesita estudiantes críticos y no discípulos ciegos” ?
- La pedagogía necesita estudiantes críticos, que den a conocer su opinión ya sea en forma negativa o positiva, discutir acerca del tema a tratar, dando a conocer otros puntos de vista, proponer y aportar a la pedagogía nuevas ideas, las cuales utilizarán para ampliar su campo de estudio.
- En contraposición de lo anterior se encuentran los estudiantes ciegos, que no aportan nada, porque sólo aceptan lo que les dice alguien supuestamente más sabio, por ejemplo un docente, como una verdad absoluta, aunque su pensamiento difiera de lo que el profesor esté diciendo.
Buena suerte a todos, ‘que los vaiga bien’, y si las ovejas de Escribá de Balaguer, los hijos de Khomeini, y la censura lo permiten, podrán leer el próximo número, que se titula: “Amores de Mercado, el submundo de los caradura”. Y, porsiaca, está disponible mi meil para cualquier sugerencia, reclamo o para pedir copias de los números anteriores (que siguen vigentes).
Pero, antes que todo (no ‘que nada’), quiero dar una cordial bienvenida a los alumnos que se incorporaron a las “Carreras de la Infamia... (perdón) Infancia”, especialmente a los de Educación Básica, saludo un poco extemporáneo, pero... qué no es extemporáneo en esta facultad?, y no me refiero a las personas, claro está, sino a los documentos con los que se trabaja en algunas asignaturas -dije ‘algunas’ profe-, saludo que se entrega justo al comenzar un nuevo periodo. Después de un semestre agotador para muchos o bastante relajado para otros -cómo le va Sr. Yo-Yo?- y finalizando agosto, un mes en que muchos pasaron ‘jabonados’, me refiero a los que pasaron los repetes (hay muchos profes sensibles), comenzando una nueva etapa, he decidido reiniciar las publicaciones de esta serie de ‘ensayos’ -algunos dirán que son puras huevadas no más!- que sólo pretenden, como quedó claro en el primer número “Seminario en Vacaciones” de agosto de 2000, claro está, entretener a quienes echen un vistazo a este ‘informativo’ mural.
Tengan todos y cada uno de ustedes muy buenos y grandes días! En esta serie, con un nuevo formato, como es característico viene tan ácida como la anterior, incisiva, irreverente, audaz, e intentando describir, siempre, el acontecer y las menudencias que se viven en este templo, alma mater de cientos de profesores que están dando lo mejor de sí para la educación de miles de niños en este país -aunque andan varios mandándose puras cagadas no más-. Y, como se darán cuenta, el lenguaje es el estándar chileno, sin más ni menos, considerando que está dirigido a alumnos universitarios y, por supuesto, a docentes -todos mayores de edad (bastante mayores, algunos, diría yo)- de una universidad que no pertenece a los curitas ni a las monjitas, por suerte!; por lo tanto no se asusten si leen algún garabato -no grosería- como tampoco si detectan algún error ortográfico -la rotá dice ‘falta de ortografía’- es decir, no se hagan los huevones, que para eso tienen bastante dentro de las salas de clase (se dan cuenta que al decir ‘tontos’ no da risa?, porque esa es la idea, sacar una sonrisa y además hacer pensar).
En estas ‘escrituras’ encontrarán personajes y términos, como el “Sr. Yo-Yó”, un docente ‘atípico’, si bien no es andrógino puede ser hombre o mujer, deambulando por los pasillos y aulas sin dejar enseñanza alguna más que la que puedan sacar sus estudiantes de sus malos ejemplos metodológicos. El Sr. Yo-Yo entra en el aula, relajado, con un plumón que ya no marca, y con suerte con una transparencia en la carpeta, la que lleva, también con suerte, a la clase, esa transparencia merece este punto seguido, porque es muy especial. Generalmente está hecha a mano, con palabritas caídas, abreviaturas, letras, o mejor dicho, caracteres que no se distinguen; un tamaño de letra que obliga a realizar una serie de malabares físicos y faciales para leerlas, es decir, todo aquello que nuestros profesores critican en las ponencias de los alumnos -la rotá dice ‘disertación’- (bueno, no todos evalúan la forma de la ponencia, aunque deberían hacerlo) esa transparencia es una falta de respeto al auditorio, sea de pre o post-grado, aunque el Sr. Yo-Yo hace la diferencia, capacidad de discriminación que no demuestra al repetir durante tres clases consecutivas la misma transparencia. Fin del punto seguido.
“La rotá”, ése es otro término que he elegido para referirme al roto y chileno, que no es lo mismo que decir ‘Roto Chileno’, puesto que éste último nos dio la gloria en Yungay y aseguró el triunfo de la guerra de 1836 (esa contra la Confederación Perú-Boliviana… esa que una profesora, en una escuela, confundía con la del Pacífico), en cambio el primero es aquél, también hombre o mujer, que no aprendió a hablar antes de entrar a la U, ni ha logrado aprender en su ahumada estadía en ella; o aquél que se roba el jabón o el papel higiénico -él dice ‘confor’- del baño. También está el que raya las paredes mientras está sentado en la taza (se supone que mientras hace caca... piensa, lo que nos lleva a deducir que cada vez que piensa... deja la cagada; lo terrible de esto es que son los que más dicen lo que “piensan” en las asambleas, como en las que se deciden las ‘tomas’). La rotá es toda esa gente a la que no le gusta leer ‘por que da sueño’; los que dicen ‘la calor’, ‘vaiga’, ‘nadien’, ‘gánate allí’, en fin, aquél que es un solecismo bípedo. No sigo, para dejar tranquilos a muchos.
Sobre las ‘Carreras de la Infamia’, mencionadas más arriba, debo decir que es un curioso chiste que alude al antónimo de características propias de un profe. En el diccionario aparece ‘infamia’ como antónimo de ‘bondad’, ojalá lo verifiquen, entiendo que es la pega del estudiante; como lo es indagar en todo asunto que tenga relación con la pega del profe, y no me refiero a espiar a los docentes de la facultad, desde luego que no, sino al rol que debe jugar un alumno de pedagogía. Para ello he escogido unas líneas de no se dónde, pero que aparecieron en mi computador, y que me parece pertinente compartirlas con ustedes, eso sí, se refería a estudiantes de psicología, pero que bien puede cambiarse la especialidad -lo que hice- y el mensaje no cambia su sentido. El texto, especialmente dedicado a los alumnos de primer año, porque los que están terminando ya cagaron, y como dijo don Francisco, la pregunta dice así:
¿Por qué la Pedagogía “necesita estudiantes críticos y no discípulos ciegos” ?
- La pedagogía necesita estudiantes críticos, que den a conocer su opinión ya sea en forma negativa o positiva, discutir acerca del tema a tratar, dando a conocer otros puntos de vista, proponer y aportar a la pedagogía nuevas ideas, las cuales utilizarán para ampliar su campo de estudio.
- En contraposición de lo anterior se encuentran los estudiantes ciegos, que no aportan nada, porque sólo aceptan lo que les dice alguien supuestamente más sabio, por ejemplo un docente, como una verdad absoluta, aunque su pensamiento difiera de lo que el profesor esté diciendo.
Buena suerte a todos, ‘que los vaiga bien’, y si las ovejas de Escribá de Balaguer, los hijos de Khomeini, y la censura lo permiten, podrán leer el próximo número, que se titula: “Amores de Mercado, el submundo de los caradura”. Y, porsiaca, está disponible mi meil para cualquier sugerencia, reclamo o para pedir copias de los números anteriores (que siguen vigentes).
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